El pasado jueves, la vida de cientos de trabajadores inmigrantes se sacudió: una directiva interna de ICE ordenó suspender de inmediato las redadas en granjas, empacadoras, restaurantes y hoteles, reconociendo que estas acciones estaban afectando gravemente sectores vitales de la economía estadounidense
Desgarradora contradicción
Según una nota interna firmada por Tatum King, “a partir de hoy, detener toda operación en sitios de trabajo en agricultura (incluyendo acuacultura y empacadoras de carne), restaurantes y hoteles”, a menos que la investigación esté relacionada con delitos graves como trata de personas, narcotráfico o lavado de dinero
Un golpe a los trabajadores duraderos
El propio Trump reconoció en redes sociales que este impulso migratorio agresivo ha “quitado muy buenos trabajadores que llevan años con ellos”, y prometió corregir la medida: “Debemos proteger a nuestros agricultores, pero sacar a los CRIMINALES de EE.UU.” . Aunque el mensaje es claro —priorizar a delincuentes—, las familias latinas siguen atadas a un miedo real: ¿será la próxima redada?
Un viraje estratégico, no compasivo
Este giro no fue un acto de solidaridad, sino pura estrategia: los productores y dueños de hoteles alertaron que sin mano de obra inmigrante, la producción de alimentos y la industria turística colapsan . Al mismo tiempo, Trump intensifica las operaciones en ciudades controladas por demócratas —Nueva York, Los Ángeles, Chicago— cumpliendo su promesa de 3,000 arrestos diarios
Presión a “ciudades santuario”
En paralelo, el mandatario advierte que sigue firme en su cruzada anticriminal y ordena enfocar las redadas en las llamadas “ciudades santuario”. Quiere también someterlas a presiones para que colaboren con ICE. Es decir, salvando a la agricultura… pero endureciendo el cerco urbano.
La respuesta popular
Las protestas recientes en Los Ángeles —que llegaron incluso a la intervención de la Guardia Nacional y Marines— pusieron de manifiesto una verdad innegable: para la comunidad latina, este tipo de operativos significan hogares rotos, trabajos interrumpidos, niños angustiados (en.wikipedia.org). El cambio de rumbo no es victoria, es un respiro tenso en medio de una guerra implacable.
Este movimiento de Trump no es un gesto humanitario, sino un ajuste táctico para conservar su base blanca rural y mitigar críticas económicas, sin renunciar al núcleo de su promesa migratoria: la expulsión masiva y enfocada en delincuentes, sobre todo en zonas demócratas. Hoy, en estas latitudes, se respira alivio, sí… pero también la certeza de que la amenaza insiste.